En el ambiente personal y laboral solemos tener estrés, bajo presión y con constantes tareas. Pero, ¿cómo podemos crear un hábito en donde el estrés se pueda canalizar y podamos cumplir nuestros pendientes? No tenemos la “actividad perfecta”, pero esto podría ayudarte.
¿Tienes estrés? ¿por qué?
El ambiente laboral, académico y profesional nos provoca un estrés que pocos podemos entender su causa. Esto puede deberse al desconocimiento del concepto o a la confusión dentro de nuestras emociones. El estrés es la enfermedad de esta generación y no muchos deciden tratarla debido a los estigmas que aún se tiene de la terapia psicológica.
El estrés sí es un sentimiento, uno donde hay tensión, tanto física como emocional. Este proviene de sensaciones como la frustración, la furia o los nervios. Todo ello lo provocan diferentes circunstancias en nuestro entorno, y, por el contrario de lo que piensan algunos, usualmente están fuera de nuestro control.
Si bien, en gran parte de los casos, el estrés se va sin intervención profesional, en los casos más graves podrían derivar en trastornos mentales tales como límite de la personalidad, trastornos obsesivos-compulsivos, problemas de ansiedad aguda, entre muchos otros.
La importancia de reconocer al estrés como un problema de salud, es grande. El primer paso para mejorar nuestro estado emocional es aceptar que la tenemos y, de ser necesario, buscar ayuda profesional.
Pero, ¿cuándo es pertinente buscar apoyo especializado?
Necesitas ayuda profesional si…
Sabemos que la ayuda psicológica y psiquiátrica tienen estigmas grandes ante la sociedad, sin embargo, con el paso del tiempo comienzan a tener una aceptación más grande. Como dijimos anteriormente, el primer paso es el más grande y se trata de aceptar que necesitamos apoyo.
Estos son algunos de los síntomas que podrían indicar señales de alarma:
- Diarrea o estreñimiento
- Pérdida o aumento de peso
- Cuello o mandíbula rígidos
- Dolores de cabeza
- Falta de energía o concentración
- Problemas sexuales
- Malestar de estómago
- Cansancio
- Problemas para dormir o dormir demasiado
- Mala memoria
- Uso de alcohol o drogas para relajarse
- Dolores y achaques frecuentes
El poseer algunos de estos síntomas no significa que tengas un problema grave de estrés, pero sí es una alarma para que puedas contactar a un profesional, ya que ellos son los únicos que pueden diagnosticarte.
En este campo existen dos clasificaciones del estrés:
Estrés agudo: Este es corto y termina rápidamente. Puede propiciarse por cualquier situación límite que esté fuera de nuestro control, tales como las discusiones en pareja, una labor difícil o un trabajo pendiente.
Estrés crónico: Este es largo, tiende a presentarse de manera frecuente en nuestro día a día y puede durar semanas, meses e incluso años. Es tan constante que algunos que la padecen se acostumbran a ello y no la toman en cuenta puesto que creen que es parte de su “personalidad”.
El estrés crónico es una enfermedad seria que puede derivar en problemas críticos de salud. Es aquí donde recae la importancia de tratarse con un especialista.
¿Qué hago una vez que la detecto?
Cuando ya nos percatamos de nuestra situación, lo más prudente y óptimo es ir con un psicólogo o psiquiatra. Ellos serán quienes determinen nuestro padecimiento exacto y nos acompañarán en el progreso a través de una terapia.
Cualquier decisión con respecto a visitar a un profesional es personal, y debe hacerse de manera voluntaria, ya que de lo contrario, la terapia no funcionará.
No solo debes de apoyarte del profesional, también necesitas ayuda de tus familiares y amigos más cercanos. Son ellos los que podrán hacer que sobrepases algunos obstáculos y que la terapia pueda ser más agradable.
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Algunas actividades que pueden ayudarte en tu proceso
Para poder canalizar el estrés y poderla superar, a parte de cambiar hábitos, se deben realizar actividades que generen beneficios y que permitan la relajación del cuerpo. Puedes hacerlas en compañía o en solitario, de igual manera, ofrecen un progreso dentro de tu cambio de rutina.
- Haz ejercicio: Algo que recomiendan todos, para todos los casos, por siempre. Hacer ejercicio permite relajarnos, oxigenar la sangre y meditar cualquier problema para pensar con mayor enfoque.
- Medita: Una actividad que poco a poco se vuelve necesaria para las nuevas generaciones. La meditación puede hacer la diferencia entre la tensión o la relajación.
- Retoma tus pasatiempos: El estrés provoca, con el tiempo, que nuestras actividades favoritas dejen de serlo, y este mismo es un síntoma de que podríamos necesitar ayuda. Sin embargo, conforme haya progreso, volver a nuestros hobbies es algo que podría ayudar a tener una rutina sana.
- Modera tus tiempos laborales y personales: Tan sencillo como reconocer que el trabajo no lo es todo y que también necesitas de un tiempo para ti mismo.
A pesar de que son solo algunas recomendaciones, estas pueden ser la diferencia entre llevar una terapia agradable de una con recaídas constantes. Recuerda que es importante reconocer nuestras necesidades y que el estrés es un sentimiento que debe atenderse.