¿Alguna vez escuchaste hablar sobre los traumas de la infancia? Aquí encontrarás toda la información que necesitas del tema.
Infancia difícil, ¿vida plena?
Actualmente, los(as) neurocientíficos(as) ya tienen un mejor conocimiento de los llamados traumas de la infancia, gracias a ello la oportunidad de recibir ayuda para superarlos incrementó.
Como debes saber, la infancia es una etapa decisiva y muy trascendental en nuestras vidas. Todo lo que ocurre durante la niñez tiene una repercusión a largo plazo, incluso nos daña a nivel cerebral. Además, los traumas de la infancia se relacionan estrechamente con la formación de tu personalidad.
No obstante, esto no significa que jamás los superarás. Con la ayuda correcta, de la mano de un o una buena especialista, todo es posible. En el peor de los casos, lo lograrás superar parcialmente. Si tu infancia fue difícil, tal vez te será complicado pero lograrás llegar a una vida plena. Eso sí, el proceso será largo y doloroso y requiere una profunda introspección.
Esto sabemos de los traumas de la infancia
Existen diversos factores que hacen notar la presencia de rasgos de la infancia que aún no superas. A continuación te mostramos algunas características y si tienes alguna de ellas, es un indicador de que debes empezar a trabajar en ti mismo y en tu salud mental.
La inhibición
La inhibición es un rasgo usualmente asociado a una infancia traumática. Pero… ¿Qué es? Cuando un individuo retrae por completo su personalidad, invisibiliza sus emociones y sentimientos. Las personas pueden apartarse por completo de la vida y encerrarse en sí mismas, dudan de hacer o decir lo que piensan, el miedo les invade.
Suelen tener grandes dificultades para relacionarse con otras personas, sintiendo temor hacia ellas y resulta en aislamiento.
Por supuesto que hay personas que son introvertidas, sin embargo no tienen mucho problema con expresarse y decir lo que piensan o sienten. Su autonomía está presente en todo momento.
Por el contrario, cuando hay un trauma, la persona busca ser invisible a toda costa, no llamar mucho la atención. Incluso hay estudios que indican que este es el mayor indicador de un trauma.
Mal humor, frustración, ira constante
Aquellas personas que no superaron por completo sus infancias traumáticas cargan con un cúmulo enorme de ira, pero no quiere decir que sean violentos(as). Eso sí, no tienen mucha tolerancia a la frustración y usualmente reaccionan de manera muy agresiva. La paciencia no es su fuerte.
Su ira se hace notar en la poca calma que tienen en situaciones extraordinarias, pierden el interés rápidamente y se enojan con mucha frecuencia. La manera más fácil de observar este rasgo es en los aspectos laborales y académicos; ellos(as) no son buenos(as) trabajando en equipo.
No se valoran a sí mismos(as)
Dentro del grupo de personas cuyas vivencias en la niñez fueron complicadas, están aquellas que no se valoran a sí mismas. O suelen ponerse por debajo de todos(as) los(as) demás o se sienten demasiado superiores, pero solo es una máscara. Realmente lo usan como mecanismo de defensa para cubrir cómo se sienten en verdad.
Nunca aceptan halagos porque no se creen lo suficiente para recibirlos. Debido a ello, no confían en los esfuerzos que las demás hacen por ellos(as) ni en las palabras de aliento y admiración. Lo toman como una burla o una mentira, no entienden por qué alguien tendría ese concepto de ellas.
Pedir perdón constantemente
Cuando sufres de un trauma de la infancia, sientes que todas tus acciones pueden molestar a las demás personas y pides perdón con mucha frecuencia, incluso por cosas que no deberías. Al hablar, al reírte, al caminar, al entrar y salir de un establecimiento, etc.
Aquí es donde se encuentran las huellas de una crianza e infancia llena de restricciones, humillaciones y poco o nada de afecto. Esta es una de las más grandes repercusiones de la niñez, el sentirte forzado a pedir perdón simplemente por vivir.
Evitar conflictos o vivir en ellos
Los traumas de la infancia usualmente suceden en la cuna de una familia demasiado conflictiva. Desacuerdos, agresiones, discusiones y golpes por doquier, como una norma del día a día. En su niñez, cualquier acción o palabra podía ser causa de un gran conflicto, recriminación o humillación, resultando en una fijación por el conflicto o un rechazo total a él.
Cuando le tienen terror al conflicto, se la pasan huyendo de él, pasando por encima de todo sin importarles lo que dejan a su paso. Y a aquellos(as) que les gusta el conflicto, todo lo convierten en uno, repitiendo las conductas que aprendieron cuando eran niños(as).
Desafortunadamente, los traumas de la infancia no se resuelven por arte de magia y si así sucede tienes mucha suerte. Para la mayoría de las personas, es necesario trabajarlos, así no invadirán tu personalidad y podrás florecer. De no ser así, te será muy complicado crecer como persona y alcanzar una plena felicidad.
Para nuestra fortuna, hoy en día la neurociencia tiene pleno conocimiento del mecanismo y funcionamiento de estos traumas. Si te sientes identificado(a) con alguna de estas características, ¡no dudes en buscar la ayuda adecuada!
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