Corría el año 1988; La compañía teatral Nuestro Teatro anunciaba audiciones para el famoso musical PUERTO RICO FUA, del dramaturgo argentino Carlos Ferrari; estrenado con éxito en el 1974. Fui con miedo, pero fui, como siempre hago, pues el miedo NUNCA me paraliza. Esta reposición sería importante, pues marcaba la mudanza de la compañía a sus nuevas facilidades en la Avenida Ponce de León en Santurce. Un teatro hermoso con mayor cantidad de butacas… todo un reto evolutivo para Nuestro Teatro.
Audicioné y fui citado a un segundo llamado; esta vez éramos menos y la competencia mayor. Finalmente fui escogido, junto a otros once compañeros maravillosos, que todavía hoy son mis amigos. En mi casa la noticia fue recibida con un júbilo que nunca antes había visto. Supongo que mi madre estaría más feliz el día del nacimiento de mi hermana, y tres años más tarde, el mío. Pero en el primero, no estuve y en el segundo era muy pequeño… no recuerdo nada, de modo que mi referencia es la que ya les mencioné.
Ese día, era un sábado en la mañana; mi madre entró a mi habitación y, luego de celebrarlo, me dijo… “Vístete, ahora mismo vamos a ir a comprar un bulto de actor”. Y así fue… me compró un hermoso bulto negro en piel, para mi equipo de ensayo y funciones; zapatillas de baile, maquillaje, medias adicionales, alguna barrita de granola… y todo lo demás que usamos los que sucumbimos ante los embrujos del teatro y sus mil manifestaciones. Ese bulto me acompañó por muchos años en todos mis proyectos; cargó infinidad de cosas, pues el Universo me regaló una gran carrera teatral…
Ya no lo tengo… quedó en el camino, como otras tantas cosas; pero me dejó una marca imborrable. Aquel gesto de mi madre fue un acto de validación poderoso e incuestionable. FUE, PONER LA ACCION DONDE SE PONE LA PALABRA…
He tenido otros bultos, y he cargado mil cosas en ellos… pero en aquel cargué, quizás uno de los tesoros más valiosos de mi vida…EL EJEMPLO DE LA PALABRA, CONVERTIDA EN ACCION.
Edwin Ocasio