En un récord sin precedentes para las Américas, medio millón de migrantes y refugiados transitaron el pasado año por la peligrosa selva de Darién en su paso entre Colombia y Panamá, alertaron organizaciones pertenecientes a las Naciones Unidas, al tiempo que urgieron a una mayor colaboración internacional para enfrentar esta crisis humanitaria.
Filippo Grandi, el alto comisionado de Acnur, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, subrayó la magnitud de los desafíos generados por estos desplazamientos forzados. “Ningún país puede manejar esta situación con sus medios aislados; se requiere un esfuerzo conjunto”, dijo Grandi durante una declaración junto a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La emergencia humanitaria se intensifica, y el clamor por una respuesta global se hace más fuerte. Ambas organizaciones piden a los países receptores extender su apoyo y plantean la necesidad de inversiones que prevengan la migración forzada, promoviendo el desarrollo en las comunidades de origen de los migrantes.
La peligrosa travesía del «Tapón del Darién» es emprendida principalmente por ciudadanos de Venezuela, Haití, Ecuador, y otros países sudamericanos y caribeños, y se espera que este año el número ascienda a 500,000. Esto representa más del doble respecto al año anterior. Individuos de África subsahariana, Asia y Medio Oriente también se suman a esta corriente migratoria con esperanzas de alcanzar Norteamérica. Según reportes, jornadas extremas de hasta 3000 personas llegando en un solo día a postas fronterizas panameñas después de cruzar desde Colombia son cada vez más comunes, lo que pone en evidencia la magnitud de la situación a la que se enfrentan los servicios de asistencia fronteriza.
Los riesgos asociados al cruce incluyen peligros naturales, violencia sexual y de género, robos, trata de personas, extorsión y secuestros, e incluso la muerte. La OIM y Acnur recuerdan estos peligros y enfocan la atención en la adopción de un enfoque integral que contemple las circunstancias en los países de origen, tránsito y destino.
Este abordaje pasará primero por atender las causas estructurales de la migración, como la falta de oportunidades económicas, acceso limitado a servicios básicos, violencia y violaciones a derechos humanos. Además, se solicita mayor respaldo para los países de destino, con el objetivo de que puedan ofrecer seguridad y oportunidades que disminuyan los peligros vinculados a los viajes migratorios.
La directora general de la OIM, Amy Pope, ha recalcado la necesidad de un mayor soporte internacional para fortalecer las redes de ayuda locales y proporcionar oportunidades de integración para migrantes y refugiados.
Ambas agencias abogan por expandir las alternativas de migración segura y regular, potenciando el desarrollo a través de la diversificación económica. Vías como visados humanitarios, permisos de trabajo, intercambios educativos y programas de reunificación familiar podrían ser clave para las economías en búsqueda de mano de obra y nuevas ideas.
Las políticas migratorias restrictivas que limitan el derecho de asilo y exponen a las personas a mayores peligros son criticadas por su ineficacia y su posible choque con los estándares internacionales de protección a refugiados.
“Solo a través de una cooperación estrecha y considerando las distintas etapas del viaje migratorio en su conjunto, podremos abordar estos retos de manera efectiva”, concluye Grandi, en un llamado a la solidaridad global frente a una de las crisis migratorias más agudas de la región.
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Si usted o alguien que conoce se ve afectado por los temas discutidos, no dude en contactar a los servicios de ayuda local o a las oficinas de la OIM y Acnur.