Japón aprobó el plan de Fukushima para tirar agua radiactiva al océano, lo que indignó a varios países.
La compañía pretende arrojar más de un millón de metros cúbicos de agua tratada, hacia el mar.
Fukushima, planta de energía nuclear, presentó un plan para verter el agua tratada hacia el mar, y Japón aprobó la propuesta.
Ante esto, Corea del Sur y Taiwán, se unieron con China, con el fin de cancelar dicho plan.
“A pesar de las dudas, y la oposición nacional e internacional, Japón ha decidido unilateralmente liberar las aguas residuales nucleares de Fukushima en el mar, antes de agotar todas las formas seguras de eliminación, y sin consultar plenamente con los países vecinos y la comunidad internacional”.
Portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian.
El plan presenta una propuesta, con la que pretende controlar el flujo de aguas al océano. Esto abarcaría varias décadas, ya que la compañía alega que se quedó sin espacio para almacenar aguas radioactivas.
Los países en contraparte, alegan que es un acto irresponsable; además de la afectación negativa que traería a los ecosistemas marinos.
Esto generó posturas divididas, ya que; por su lado, Estados Unidos argumentó que el plan cumple con los estándares globales, encargados de verificar el impacto del plan.
Un argumento más, por parte del Director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, sostuvo que el organismo global se encargaría de forma puntual, de verificar que el agua radioactiva no tuviera un efecto adverso en la salud humana y el ambiente.
“La eliminación del agua tratada es un tema inevitable para el desmantelamiento de la planta de energía nuclear de Fukushima”.
Primer ministro de Japón, Yoshihide Suga.
Crítica de organizaciones ambientalistas
En los últimos años ha aumentado el peso sobre los debates, los cuales apuestan por formas sustentables de tratar residuos, dado al creciente cambio climático.
Aunque el desagüe de tratamientos sea una práctica recurrente en el negocio, no implica que sean elaboradas de forma responsable.
Entonces, abogar por formas alternativas, ayuda al mejoramiento y recuperación de los ecosistemas antes dañados.
Por su parte, Greenpeace, en su crítica ante el plan de Fukushima, argumentó que existen otras formas de resolver el problema.
“En lugar de utilizar la mejor tecnología disponible para minimizar los peligros de la radiación almacenando y procesando el agua a largo plazo, han optado por la opción más barata, vertiendo el agua en el Océano Pacífico”.
Greenpeace.
A pesar de las posturas y apoyo se deban a conflicto de intereses, está claro que, en menor o mayor grado; el agua radiactiva generará un impacto; tanto en la vida marina, como en los países vecinos.
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