La cineasta nació en Bruselas en los años 50, su legado cinematográfico es hoy motivo de análisis y tributo tanto por la industria como por feministas.
Los primeros años de la cineasta feminista Chantal Akerman, tienen mucho qué ver con la guerra, de donde su madre logró escapar con vida.
Miembro de una familia judía procedente de Polonia, para Akerman hacer cine fue lo más parecido a una terapia.
Víctima de la entreguerra, a los 15 años descubrió una mirada distinta al celuloide, fuera de los estatutos de la industria hollywoodense.
Ver Pierrot le fou, de Jean-Luc Godard le cambió la vida. Ahí decidió que dedicaría sus días a crear piezas cinematográficas disruptivas.
Con 18 años ingresó en el Institut National Supérieur des Arts du Spectacle et des Techniques de Diffusion, en Bélgica.
Sus primeros trabajos sobre feminismo
Su permanencia en la academia fue breve, luego eligió ser autodidacta y debutó con Saute ma ville, su primer cortometraje.
En 1972 emigra a Estados Unidos, ahí descubre la obra de Andy Warhol, Jonas Mekas y Michael Snow.
Aquello la marcó y le dio pauta para crear una reestructuración hiperrealista de las apariencias. Así nació su camino de autoría.
Con producciones como “Hotel Monterrey” y “Le chambre 1 y 2” se dio a conocer.
Sin embargo, con “Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles”, el mundo comenzó a poner los ojos en ella.
La protagonista es un ama de casa viuda, que intenta salir adelante con su hijo. Esto ocurre mientras la rutina y precisión son las únicas constantes en su vida.
Determinada por la mecánica que rige su vida, pero sin más medios para sobrevivir, aprovecha el tiempo en que hace de comer para prostituirse en su casa.
Ambas tareas que realiza con precisión casi quirúrgica, le dan tiempo para recibir a su hijo y cuidarlo.
La molestia de los primeros espectadores
Proyectada durante la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en 1975, Jeanne Dielman representó desde los primeros minutos un suceso inimaginable.
La producción, conformada por un grupo mayoritario de mujeres, era algo inusual para aquellos años y retrató con fidelidad los rituales de un ama de casa.
Jeanne, interpretada por Delphine Seyrig, dividió opiniones entre los espectadores. Algunos la encontraban revolucionaria y otros tantos totalmente desquiciada.

Se dice que durante la proyección, gran parte de la audiencia salió enfurecida de la sala, entre ellos Marguerite Duras, quien gritó: “¡Esta mujer está loca!”.
Pero el disgusto no impidió que al menos 50 festivales alrededor del mundo clamaran por proyectar la película en sus salas.
Honor a quien honor merece
En 2022, la película encabezó la lista de la revista ‘Sight and Sound’, una compilación que se lanza cada 10 años con las 100 mejores películas.
Ahí, más de 1.600 especialistas concluyeron que se trataba de “La mejor película de todos los tiempos”.
Más de 40 filmes conforman la obra de Chantal Akerman. Desconcertante para algunas personas, tranquilizadora para muchas otras.

Ha sido reconocida en Festival de Locarno, el Festival de Cine de Venecia y el Festival Internacional de Cine de Toronto.
Su discurso, apela por el feminismo y las distintas maneras de ejercerlo. Muestra mujeres para quienes los moldes de lo correcto, son prendas poco atractivas.