Aun no puedo creer que pisé la mitad del mundo, jugueteando a tener un pie en cada hemisferio y preguntándoles a todos, ¿es verdad que nos encontramos en la mitad, en esta línea imaginaria? Esto es espectacular!!!!. Regresé a casa sin el certificado que allí otorgan, si logras poner un huevo verticalmente sobre la cabeza de un tornillo, pero feliz de ver como todos reían, al intentar lograrlo.
Por supuesto que no me iba a marchar del Ecuador sin visitar unos de sus volcanes y sin pensarlo mucho fuimos al segundo más alto, El Cotopaxi, 5.897 metros, tocando casi el cielo de los Andes, donde los fenómenos naturales curiosos abundan, si levantas tu brazo recibirás estática y hasta puedes ser impactado por un rayo. El viento sopla más fuerte, mientras que el sol desaparece , las nubes antes grises se tornan casi negras. Las condiciones climáticas cambian en minutos, creando una sensación misteriosa. Pasamos de la niebla húmeda, a la lluvia, en un abrir y cerrar de ojos a la nieve espesa, de la calma a los truenos…como si el Cotopaxi de lejos… sereno, se llenará de celos e incomodidad por nuestra visita. Por mi parte agradecida de que no me costó respirar y que el aire frío se desplazará por mis pulmones sin problema alguno, descendimos de tan impresionante monumento natural, felices de la hazaña lograda, sin mayores contratiempos.
Los Rincones nocturnos del centro histórico son otra cosa, al atardecer , ves como la ciudad señorial se va prendiendo poco a poco, el barrio de noche enamora y conquista con sus callecitas angostas , edificios bellamente iluminados y la invitación constante a degustar del mejor plato típico. Y hablando de comida, regrese con unas libritas de más, ya que allí un desayuno es más parecido al almuerzo, el clásico es compuesto de un encebollado, arroz con pollo, bolones, ceviches, tigrillo con chicharrón, corviche de pescado, entre otros…ah y los deliciosos carbohidratos papa y pan…así, te encuentras con buena energía a lo largo de toda la mañana, hasta que llegue el golpe del almuerzo, la merienda, la cena, y el buen café antes de dormir.
Sería imperdonable terminar este paseo imaginario que les regalo, sin hablar de la gente del Ecuador, quienes pasan a ocupar el lugar más importante ante tanta belleza natural. Su gente sencilla, amable, respetuosa, fortalecidos por el verde de sus montañas y bañados del aroma y el rojo de sus rosas. Fuertes en tradición y pasión , amantes de su tierra. Agradecida de su hospitalidad , amor, genuino sentimiento y de mostrarme lo mejor de su QUITO SEÑORIAL!!!!