Columnista colaborador
Es muy duro tropezar y caer usando los conceptos de vida que una vez creíste estandartes infalibles para el éxito, el trabajo en equipo y la trascendencia (lo que sea que eso signifique). Te quedas con una anomía inexplicable que solo el tiempo aclara un poco… y digo “un poco” porque en realidad nunca acabas por entender por que algunas cosas se dan como se dan, aun en contra de tus expectativas.
Y no es que no entiendas por qué algunas personas actúan de X o Y manera; lo que realmente nunca acabas por entender es, por que tú mismo actúas de la manera que lo haces, convirtiéndote, en ocasiones en tu propio verdugo… pues a veces, teniendo las evidencias de frente, nos lanzamos al vacío sin pensarlo dos veces.
La confianza es un elemento casi sagrado… y la debemos otorgar solo a quien la merezca. Pero a veces la entregamos con la inocencia de un niño que piensa que será reciprocado de la misma manera… porque por alguna razón, esa capacidad de discernimiento, llega a nuestra vida luego de muchos tropiezos y muchas caídas…
¿Pero qué difícil se nos hace vivir sin confiar, verdad…? Quizás porque confiar es parte de nuestra programación emocional… y nos cuesta “desprogramar”. Sin embargo, tal vez no sea necesario “Desprogramarnos…” qué tal si al menos intentamos “Reprogramarnos…”
En la vida me he pelado las rodillas en muchas ocasiones… Algunas porque me he equivocado y otras porque he confiado demás. En ambos casos me he tambaleado y he tenido que recurrir al apoyo de ellas… En ocasiones he puesto en el suelo la rodilla derecha, y en otras, la izquierda… pero JAMAS las dos a la vez.
Y no es que dejemos de confiar… es que confiemos en quien se lo haya ganado con sus acciones, con sus palabras… y en muchas ocasiones, con sus silencios… si, porque a veces vale más una simple mirada silente, que mil palabras sin fundamento… quizás ahí esté la Reprogramación.
Antes de otorgarla, vamos a darle un poco más de valor a la CONFIANZA… al fin y al cabo, cuando la entregamos, estamos concediendo mucho más que un simple permiso… estamos de alguna manera entregando nuestra desnudez… y eso, NO TIENE PRECIO…!!!
Edwin Ocasio.