La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, intentó aliviar la preocupación tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, al afirmar en una conferencia de prensa el miércoles que “no hay nada de qué preocuparse.”
Las promesas de campaña de Trump —que incluyen posibles aranceles, deportaciones masivas y hasta la improbable amenaza de acción militar de EE.UU. contra grupos criminales en México— han generado temores en el país. Sheinbaum buscó calmar esas inquietudes.
“No hay razón para preocuparse. Para nuestros compatriotas y los empresarios mexicanos, no hay de qué preocuparse. México siempre sale adelante”, declaró Sheinbaum en sus primeros comentarios desde la elección.
Aunque evitó una felicitación formal, Sheinbaum consideró que “sería prudente esperar” los resultados oficiales.
Añadió: “Somos un país libre, independiente y soberano, y tengo confianza en que habrá buenas relaciones con Estados Unidos”.
La relación entre Estados Unidos y México es profundamente interdependiente, con México como el principal socio comercial de EE.UU.
Sheinbaum, del partido de izquierda Morena, previamente había expresado su disposición a colaborar con el próximo presidente de Estados Unidos, independientemente del resultado electoral.
En caso de que Trump regrese a la Casa Blanca, muchos mexicanos temen una reactivación de las amenazas, incluidos aranceles ligados al control migratorio y promesas de deportaciones masivas que podrían afectar a millones, con hasta cuatro millones de mexicanos en riesgo potencial.
Trump declaró que la presidenta Claudia Sheinbaum sería la primera jefa de estado a quien llamaría en caso de ganar.
Trump también podría retomar esfuerzos para expandir el muro fronterizo y presionar a México para restablecer el programa “Permanecer en México”, que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en México durante el procesamiento de sus casos, a menudo en condiciones riesgosas.
En 2019, durante su primera presidencia, Trump amenazó con un arancel del 5% en todas las importaciones mexicanas, que se incrementaría mensualmente hasta el 25% si México no actuaba para frenar la inmigración ilegal.
Para evitar estos aranceles, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador acordó desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur y expandir los Protocolos de Protección al Migrante.
Trump a menudo mencionaba este acuerdo en sus mítines, afirmando que aseguró “28,000 soldados sin costo alguno” y que eso contribuyó a tener “la mejor frontera en la historia”.
También resaltaba su “gran relación” con López Obrador, aunque lo describiera como “un socialista”.
“Tuve una gran relación con el presidente de México (López Obrador). Ya se retiró. Fue un buen hombre, un socialista, pero no se puede tener todo, ¿verdad?”, dijo Trump.
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