En nuestros tiempos es común darle realce a la temática del empoderamiento femenino, respecto a muchos campos que antes eran ignorados, incluso tabúes.
Los cambios generacionales son posibles gracias al contacto con información y nuevas construcciones idiosincráticas acorde a los roles sociales y laborales; así como la evolución cultural. Analizar cada punto que conforma la problemática es labor rigurosa desde un enfoque sociológico; porque existen posturas características de cada población como la religión, política y normas morales.
Es decir, la cultura, estilo de vida e historia construidas sumergen a las mujeres a distintos procesos que desacreditan sus identidades tanto personales como ideológicas. En los últimos años han surgido diferentes movimientos, leyes, organizaciones, entre otros referentes; que tratan de reivindicar el valor de la mujer como ser humano.
Un cambio de ideología
Abarcando un sentido histórico, se toma a la mujer como un símbolo de adquisición. Su papel se limita a desarrollarse en labores del hogar, por ejemplo. El acceso a la educación resultaba vetado, prohibido; por cuestiones de permisividad. Asimismo, una jerarquización errónea acerca de capacidades presuntamente limitadas para trabajar en ciertos campos como medicina, arquitectura y demás; aunado a que esto abre paso al machismo.
El machismo no es más que la supremacía masculina. Sin embargo, esta ideología no difiere géneros, pues incluso hay mujeres quienes se inclinan a seguirla. En este subyacen aristas casi invisibles que reafirman la totalidad de la propia ideología. Es decir, pautas o pensamientos creados, incluso, desde la infancia.
Todo parte de la niñez
Una modalidad más de opresión es el micromachismo; que se refiere a un control sutil mediante acciones cotidianas. Pero, a fin de cuentas, violencia hacia las mujeres. Entender el principio natural sobre que el más fuerte prevalece; no justifica la violencia, en cualquier modo, hacia la mujer. Esto por sentido de razonamiento.
Vista desde diversos enfoques, se traduce a la imposición de fuerza sobre algo o alguien. La violencia es un fenómeno histórico que se efectúa mediante diversos factores. Las consecuencias son perjudiciales e irreparables tanto para los que la sufren como para los que la ejercen; pues la rehabilitación requiere valores y predisposición.
Culturas más inclusivas
Ahora, partiendo desde otro enfoque, y a lo que nos atañe en rigor laboral, esta violencia se refleja en acciones subordinadas hacia trabajadoras y colaboradoras. El abuso de autoridad permite ofender el desempeño laboral.
La imagen femenina en cargo de poder, presenta una amenaza disfrazada de sentirse expuesto a competitividad. El acoso laboral es un punto fuerte, ya que no se toma con tanta severidad y las permisiones que no califican como delitos legales.
Es por esto que grupos activistas proponen leyes para mejorar las experiencias profesionales de mujeres, a la vez que las protejan de manera arbitraria.
Una nueva oportunidad para ser autosuficientes
De igual manera, el empoderamiento femenino abrió espacios para deslindarse de tales abusos y tener autonomía sobre decisiones laborales, permitiendo así la sana competencia. Cada vez más mujeres optan por el emprendimiento e inversión en educación para alcanzar la realización personal.
La libertad de emprender aumentó durante la pandemia. Antes de esto, el 51% de las mujeres mostraron menor nivel de optimismo sobre trabajos independientes. Una encuesta realizada a 5,000 mujeres trabajadoras en 10 países reveló, en primer lugar, más estrés en las mujeres desde el inicio de la pandemia.
Esto debido a que, al estar en casa, ‘deben’ tener una mayor responsabilidad sobre el mismo hogar y en las carreras profesionales. Asimismo, advierten que no reciben un buen apoyo por parte de los directivos. El 80% de las mujeres resaltaron que las responsabilidades laborales y domésticas aumentaron durante la pandemia.
Por consiguiente, resalta la necesidad de seguir cultivando espacios en los trabajos para velar por igualdad de género, permisiones y manejo de horarios. Es una realidad que todavía existen organismos, trabajos, empresas, las cuales no se interesan por trasformar la dinámica entre los colaboradores.
Debido a esto, el 69% de las mujeres encuestadas optaron por abandonar a los trabajos actuales, y optar por el emprendimiento. A su vez, esto termina por romper los ideales que se mantenían desde generaciones atrás, en todo el mundo.
El camino hacia el empoderamiento femenino actual
Podríamos hablar sobre todos los campos laborales en las que, en la última década, las mujeres se abrieron paso poniendo en alto al género. Uno de ellos, y que además de las barreras en perspectiva de género, tiene otro enemigo que son los prejuicios sociales y la infravaloración, es el campo cinematográfico.
Sin embargo, la importancia de este, como en el campo de la salud mental; durante la pandemia cobraron valor; ya que las personas se dieron cuenta de que funciona bastante bien para el entretenimiento.
Tan solo en 2019, el 23% de los editores cinematográficos eran mujeres. Esto de acuerdo con una estadística del Center for the Study of Women in Televition and Film. De por sí, se puede complicar el hacerse camino en este rubro, al ser mujer, resulta aún más difícil; es por eso que debe impulsarse el empoderamiento femenino. ¿Y si un día te despiertas, y la historia no es como te la contaron?
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