Seis segundos y todo sobre mi madre es una historia que podría ser de cualquiera, sin embargo, esta es sobre mi madre. Guerrera incansable, bailadora imparable, ella es la mamá de todos.
Seis segundos me hicieron saber todo sobre mi madre. Cada que imagino su vida antes de mí, entro en un estado de shock. Vienen imágenes en calidad blanco y negro amenizadas con música de fondo de la época de Charles Chaplin.
Aunque la historia es muy borrosa, me gusta verla como una mujer dura, empoderada, feminista, luchadora e inquebrantable.
Se me arruga el corazón al imaginar cuán humana ha sido siempre. Debajo de esa capa tan llena de mujer, hay una verdadera flor que en algún momento se quebró.
Las veces que la vi sufrir de pequeña no sabía bien que sucedía. Ella siempre fuerte e implacable en casa, me parecía que nadie podría tumbarla.
Hace casi cinco años perdimos a mi abuela, hace dos perdimos a mi abuelo y al mismo tiempo, a mi hermana de crianza, más no de sangre.
De las veces que vi llorar a mamá, cuando mi hermana Carmina falleció, fue la peor. Estábamos tan rotas, que no sabía como abrazarla y unir los pedazos de un solo golpe. Ella siempre lo logró conmigo.
El mejor remedio que encontré, y de verdad agradezco a dios y a la vida por darme la oportunidad: fue hacerla viajar.
Mi padre la siguió en el camino de la recuperación. Mi mamá perdió una hija que no era suya y mi papá, a una sobrina que cuidó y procuró como si lo fuera. Ellos fueron sus padres, los de verdad, los que vieron por ella, la educaron y la amaron.
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Ella, la mujer que baila por la vida, quedó con el corazón destrozado después de que nuestra Carmina partió. Dicen que perder un hijo es tan malo que no tiene nombre ¿saben lo que es ver morir a uno que no es tuyo, pero amaste como a una misma?
“Era tan pequeña cuando la conocí. Tan frágil e indefensa, tuvo una vida dura. Demasiado para una niña tan dulce. Siempre necesitó de su mamá y yo me esforcé porque nunca la extrañara, pero ¿sabes? No hay nada como el abrazo de mamita.”
Aún en su lecho de muerte mi amada hermana no comprendía por qué… ¿por qué su madre no estaba ahí?, ¿Por qué a pesar de tener los días contados, no se acercaba a ella?, ¿por qué el rechazo, el abandono, la falta de interés?
En mi coraje le exigía al cielo que le diera la respuesta, pedía con toda mi fe que se fuera en paz, que alguien le dijera por qué. La razón vino de quien no me lo esperaba:
“… hay cosas que es mejor no saber, porque la verdad te puede destruir aún más que irte con el dolor de la incógnita”
El día de su partida, mi mamá estaba ahí. Tan pendiente de su respiración como cuando éramos unos bebés. Ella sabía, por mi abuela, que la señal inequívoca de que el alma deja un cuerpo es observar.
Cuando mi abuela falleció, respiraba con dificultad, entre una y otra inhalación mi madre contaba los segundos. Cada uno fue tan largo que cuando contó seis segundos, el corazón de mi abuela se detuvo y ella dejó de respirar.
Con mi hermana pasó igual, el cáncer se la llevó. Mamá lo sabía porque vigilaba y contaba cada segundo entre respiración y respiración, hasta que llegó el momento de cerrarle los ojos. Llegaron los largos y temidos seis segundos.
Cargó con su dolor y se despidió de su hija, su niña, su adoración.
Mi madre tiene el corazón tan grande que le alcanza para los hijos ajenos. Esa devoción no la pudo aprender de otro lado más que de mi abuela.
Siempre tiene un plato de sopa y un vaso de agua para quien lo desee; la señora está convencida de que por el desgaste en la escuela, siempre tienes hambre si eres estudiante.
Las circunstancias la han hecho implacable, pero jamás conformista. Nos enseñó a ser independientes y a luchar por nuestros sueños. Nos impulsó siempre a ser mejores personas sin perder el suelo.
Lo más hermoso que me enseñó quizás, ni siquiera lo sabe. Aprendí a ser mamá, entendí como a amar sin pena, a entregarme y dar todo mi amor a manos llenas. A levantar la voz si es necesario y cuidar de los míos.
Ella es una mezcla de rosas lindas con sus espinas. Es una mujer entera, que se hizo a sí misma. Mi madre, es el ejemplo más grande que puedo tener en la vida.
Es una guerrera que no se dobla en el campo de batalla, que mantiene la cabeza en alto hasta el último momento.
Es una mujer que baila en todas las pistas que la vida le pone a lo largo del camino, ¿Que no se trata de eso la vida, de bailar como si nadie te estuviera viendo?
Es una persona que te sonríe no solo con la cara, también con el corazón.
Espero que dios me la preste por años y me dé más vida para hacerla sentir orgullosa de mi, pero sobre todo, para demostrarle que todos estos años, ha sido la mejor madre del mundo.
Gracias Telechita