La pasada semana se publicó en un rotativo de Puerto Rico la noticia de que las reporteras de Telemundo Sylvia Gómez, Ivonne Solla, Charito Fraticelli e Ivette Sosa están llevando una acción legal en contra de la empresa, como parte de un reclamo de justicia salarial. En el mismo, entre otras cosas, se expone la importancia de equiparar el salario de ellas, al de sus compañeros varones.
La nota fue compartida en Facebook donde, por supuesto, los comentarios no se hicieron esperar. Estamos acostumbrados a leer comentarios ofensivos; son la parte desafortunada de nuestra interacción virtual, a la que no me termino de acostumbrar. Un comentario llamó mi atención, más que por el prejuicio expresado, por su procedencia; un argumento altamente estigmatizante de una mujer contra las otras. No escribiré el nombre, pues la intensión no es hacer una cruzada personal en su contra; al fin y al cabo, hay miles de personas cómo ella. Su “valiosa aportación” fue… y cito: “¿Después de tantos años en sus trabajos, a estas alturas de sus vidas, reclaman por igualdad salarial…? Ya es tiempo de que se jubilen”.
No pude evitar que golpearan mi mente preguntas dolorosas con las que he luchado por mucho tiempo. ¿Hay una edad en la que se deja de ser productivo…? ¿La experiencia adquirida a través de los años de trabajo duro, no vale nada en nuestros tiempos…? ¿Hasta qué punto estamos permitiendo que la inmediatez y la asequibilidad le resten valor al camino y a la trayectoria…? ¿Será que la simpleza de pensamiento le ha hecho creer a muchos que es ESO y nada más…? ¿Se pierde el derecho a lograr metas y alcanzar sueños, solo por entrar a una edad madura…? ¿El trato justo, es solo para los varones del colectivo…? ¿Si la equidad es sólo para unos pocos… es equidad…?
Que falta de empatía y sentido de pertenencia… pero también, cuánta estupidez. Estas cuatro mujeres, que hoy luchan por sus derechos, están abriendo camino para que otras también sean tratadas con dignidad y obtengan justicia salarial. Que bendita costumbre de minimizar los esfuerzos de otros, aún cuando sus luchas beneficien al colectivo. Sylvia Gómez, Ivonne Solla, Charito Fraticelli e Ivette Sosa, son parte de un grupo selecto de mujeres que van de frente ante un reclamo justo para ellas, pero que también dejará huellas en una industria que albergará, en un futuro, a sus colegas más jóvenes. Son entes de cambio quienes, junto a Rosa Parks, Mary Jackson, Katherine Johnson, Valentina Tereshkova, Victoria Woodhull, Ana Roque de Duprey, Drew Gilpin Faust, Jeannette Rankin, Condoleezza Rice, Shirley Chisholm, Kamala Harris, Maite Oronoz, Alexandria Ocasio-Cortez, Sonia Sotomayor, Margaret Thatcher y cientos de otras mujeres, han abierto camino para que en un futuro cercano las mujeres sean tratadas con dignidad, justicia, respeto y que deje de ser una novedad el que ocupen posiciones de jerarquía en el terreno que sea.
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Rechacemos esta práctica degradante de señalar con el dedo a aquellos que se atreven. Si no tenemos la valentía de ser parte de la avanzada… al menos caminemos en la retaguardia para apoyar a los que van al frente, en lugar de manchar con nuestros prejuicios y baja autoestima, la gesta de otros que caminan en nombre de todos. Si no puedes ser parte de la solución, al menos no sean parte del problema.
Que nadie les diga cuando retirarse de la contienda. Que las convicciones, las luchas, las metas, pero sobre todo los sueños… NO CONOCEN DE AÑOS, NI SE MIDEN EN TIEMPO.
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