Cuando estamos saliendo de una relación que nos ha resultado muy dolorosa y en la que hemos sido heridos de alguna manera por esa persona a quien hemos amado profundamente, se queda una huella amarga en nuestro corazón que nos cuesta mucho superar. Y entonces recibimos una avalancha de consejos de la gente que nos rodea, para ayudarnos en ese proceso de DEJAR IR. Consejos que sabemos, vienen con la mejor intensión del mundo pero que nosotros, en ese momento tan duro, quizás no queremos escuchar. Y no lo queremos escuchar, no por terquedad… sino porque hay demasiadas emociones corriendo en nuestro sistema emocional y se nos hace bien complicado conectarnos con la Razón. Cada uno de nosotros tiene su propio ritmo… y procesa las cosas a su tiempo. Nada madura a destiempo… y aunque la voluntad juega un papel importante, PERDONAR es parte de un proceso.
Muchas veces nos dicen… “Hay por favor, olvídate ya de eso y sácatelo del sistema”; pero, como ya sabemos, “Del dicho al hecho… hay un gran trecho”. Yo tengo una teoría sobre el perdón, que quiero compartir contigo porque posiblemente te ayude a entender, por qué el proceso de PERDONAR no tiene necesariamente que ver con OLVIDAR.
Si cuando queremos superar un proceso de separación, tenemos como objetivo principal OLVIDAR, quizás estamos invalidando la protección que nos da LA MEMORIA… Olvidar puede ser peligroso; nos puede dejar sin elementos de juicio cuando en un futuro nos encontremos en una situación similar. Nuestra memoria es un arma poderosa… el reto es aprender a usarla a nuestro favor. Lo que sí podemos hacer es desmenuzar el proceso por el que estamos pasando para entender por qué las cosas se dieron de esa manera y así poder identificar las banderas rojas que SIEMPRE se levantan ante nuestros ojos.
Las experiencias que vivimos hoy, son parte de nuestro equipaje y el aprendizaje obtenido en cada tropiezo… cada traspié… y cada prueba superada, van a ser parte de nuestra carta de triunfo. Intentar olvidarlo todo nos puede dejar vulnerables ante lo que venga. Nos damos cuenta que hemos alcanzado el PERDON… cuando aun recordando el suceso… nos ha dejado de doler. ENTONCES… y sólo entonces, habremos alcanzado LA LIBERTAD.
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