¿La transformación de la oruga, es voluntaria…??? ¿Le duele a la crisálida romper su capullo…??? ¿Quedarse encerrada es una opción…??? ¿Es el encierro más seguro que el vuelo…??? ¿Puede la mariposa optar por caminar en sus seis patas, en lugar de volar retando al viento…??? ¿Siente miedo la primera vez que se lanza la vacío, o está convencida de la fuerza de sus alas…??? ¿Se ve mejor el suelo desde las alturas…??? ¿Es más hermoso el cielo desde la planicie…???
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El mundo de los insectos, nos abre las puertas a miles de patrones de conducta, que sean instintivos o no, demuestran una inteligencia superior o al menos, un sistema operativo organizado, que nosotros deberíamos atender con mayor desnudez y menor petulancia.
La transformación en nuestra vida es necesaria para poder movernos a otros espacios y aunque el futuro nunca está asegurado, la inercia jamás debe ser una opción. No escoge la oruga su metamorfosis… está en su esencia. Los procesos evolutivos pueden dolernos, pues muchos de ellos suponen romper con patrones que de alguna manera nos hacen sentir cómodos o quizás, simplemente seguros; sentimiento peligroso si tomamos en cuenta que la seguridad, mal conceptualizada, nos puede dirigir hacia una parálisis personal irreversible.
Cómo la mariposa, tenemos que romper nuestro capullo, pues no puede volar quien despliega sus alas desde el encierro. No evoluciona quien le teme al cambio… y no hay cambio sin evolución. ¿Paradójico, verdad…???
A romper capullos, aunque duela. A salir del encierro autoimpuesto. A desplegar las alas, aunque de miedo. A lanzarnos espléndidos al vacío.
A levantar el vuelo… a conquistar los cielos… a retar al viento… a dejar el suelo.
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