The State of Arts in F%king Florida” reunió a voces influyentes como el congresista Maxwell Frost, la representante Anna Eskamani y otros líderes culturales para abordar, con franqueza, los desafíos que enfrenta la comunidad artística en el estado del sol.
El congresista dijo que ha presentado una propuesta federal para democratizar el acceso a la creación artística. El proyecto de ley llamado Create Art Act (“Ley para Crear Arte”), que busca establecer el primer programa federal de subvenciones directas para artistas o proyectos dirigidos por artistas.
Es un modelo completamente nuevo en Estados Unidos, pero que ya existe en otros países desarrollados. “De hecho, me basé en un programa canadiense llamado FACTOR (The Foundation Assisting Canadian Talent on Recordings), que ha sido muy exitoso”, afirmó Frost.
Este programa canadiense permite que artistas de todos los niveles —desde los que apenas empiezan hasta los que ya están de gira— accedan a financiamiento por medio de subvenciones federales destinadas a comprar una trompeta, una cámara de video, equipo de grabación, rentar un espacio creativo o producir tu primer álbum.
También se contemplan artistas consolidados que necesitan hasta $200,000 dólares para financiar un proyecto a largo plazo.
Lo importante aquí es que Estados Unidos es el único país desarrollado que no tiene un programa nacional así. No existe una estrategia federal clara para el desarrollo de las artes. Gran parte de lo que se hace se canaliza a través de la NEA (National Endowment for the Arts), que cumple un papel valioso, pero es insuficiente.
“Por eso, en mi proyecto de ley, Create Art Act, propuse una solución diferente: ubicar el programa dentro del Departamento de Trabajo, no en la NEA“, explicó Frost.
“¿La razón? Porque los artistas deben ser vistos como trabajadores. Las artes no son solo expresión creativa; también son producción, economía, empleo. Este cambio de enfoque nos permite abogar por más recursos y ampliar el acceso, especialmente a quienes más lo necesitan”, dijo el congresista.
Create Art Act también es una herramienta para promover la equidad. Muchas veces, las personas más explotadas por la industria musical —por ejemplo, a través de contratos abusivos como los famosos 360 deals— son jóvenes artistas negros o latinos, sin recursos, que fueron engañados con un cheque y sin respaldo legal. Este programa propone cambiar eso. Da a cualquier persona la posibilidad de acceder a capital real para desarrollar su carrera artística sin depender de grandes corporaciones.
Entonces, la propuesta es clara: Estados Unidos debe invertir en sus artistas como trabajadores y como embajadores culturales. No como un lujo, sino como parte integral de su identidad y su estrategia nacional.
Por su parte Terry Olson, impulsor del arte local dijo: “Las artes en el condado de Orange han crecido enormemente, pero debemos seguir luchando por su financiamiento”
“Hace 10 años, cuando comenzamos con el Fringe Festival, fuimos a la junta de desarrollo económico. En ese entonces, estaban ubicados en una esquina del centro de Orlando. Les propusimos la idea de hacer un festival de 10 días y les pedimos dinero. Su reacción fue: ‘¿Van a hacer qué?’”, recuerda Olson entre risas.
A pesar de las dudas, accedieron a financiar el proyecto. Olson ya había desarrollado relaciones con algunos miembros progresistas dentro de la junta de alianzas.
“Las relaciones son importantes”, enfatiza. “Y el pensamiento en el condado de Orange ha evolucionado enormemente”.
Cuando se creó la Oficina de Artes y Asuntos Culturales del Condado de Orange, todo empezó a partir de un grupo de trabajo impulsado por el entonces alcalde Mel Martínez, un republicano. Curiosamente, esta oficina también creció durante la administración de otra republicana, Teresa Jacobs. “Así que, en realidad, nuestra comunidad artística no ha sido necesariamente un asunto político… a menos que se politice, como está pasando ahora”, comenta.
En 2001, justo después del 11 de septiembre y en medio de la crisis del turismo, el condado solo contaba con $500,000 para invertir en las artes. En contraste, el último año en que Olson dirigió la oficina, el presupuesto había crecido a casi $30 millones, provenientes principalmente del impuesto sobre el desarrollo turístico (Tourist Development Tax).
“Somos afortunados de vivir en una comunidad que, gracias a la industria turística, genera muchos recursos”, explicó. “Sin embargo, ese impuesto está hoy bajo amenaza. Y es cierto, también tenemos muchas necesidades: vivienda asequible, transporte… pero en esas discusiones es vital que la voz del sector cultural esté presente y se preserve el financiamiento para las artes”.
Olson explicó que gran parte de esos $30 millones provienen directamente del impuesto turístico. Pero también se han visto avances en el apoyo general a las artes. “Hace cinco años, United Arts recaudó unos $2 millones en su campaña anual. El condado ofreció un incentivo: si lograban aumentar esa cifra, les daríamos medio millón adicional. Con ese incentivo, la recaudación creció de $2 a $4 millones, y este año alcanzó los 7 millones de dólares”.
Para Olson, la clave está en no dejar de insistir. “Sigan pidiendo, cambien la narrativa según el momento, pero nunca dejen de alzar la voz por el arte”.
“En esta comunidad hay muchísimas personas dedicadas al arte y la cultura que se sienten atacadas. Y con razón: ha habido una motivación clara de politizar y usar como arma el entorno cultural denso y diverso que tenemos en Florida”, afirmó la representante estatal Anna Eskamani.
“Cuando el gobernador Ron DeSantis vetó todos los programas culturales, no lo hizo porque tuviera una razón técnica. Lo hizo simplemente porque no los prioriza. Se presenta como alguien de ‘gobierno pequeño’, con tintes libertarios, y en realidad no cree en el valor de estas iniciativas. Pero cuando empezó el rechazo público, especialmente por parte de instituciones como el Fringe Festival, entonces fue cuando empezó a culpar a la comunidad LGBTQ+, lo cual me parece inaceptable”, expresó contundente.
A pesar de ello, Eskamani se muestra optimista con el panorama legislativo: “Aun con todo lo que está pasando, tenemos confianza en que tanto la Cámara como el Senado quieren restaurar el financiamiento cultural. La pregunta es si lo lograrán al 100%, y por supuesto, cómo evitar que el gobernador vete nuevamente los fondos. Esa es la batalla actual”.
Además, criticó una propuesta legislativa reciente que buscaba dar al gobernador y a su secretario de Estado —nombrado por él mismo— el poder de vetar proyectos artísticos financiados por el Estado, incluso si estos ya habían sido evaluados y aprobados por el sistema de puntos del Departamento de Estado y recomendados por la legislatura. “Afortunadamente, esa ley nunca recibió audiencia en la Cámara de Representantes”, señaló.
También hizo un llamado a los profesionales del arte que estén pasando dificultades: “Quiero asegurarme de que todos conozcan el grupo Greater Orlando Performing Arts Relief (GOPAR). Se creó durante la pandemia y recaudó más de $100,000 para ayudar a artistas en situaciones de emergencia. Si eres un profesional de las artes y necesitas ayuda con la renta o con alguna urgencia financiera, ellos están ahí para ti. También ofrecen clases en línea y consejería gratuita —incluida consejería financiera y de salud mental—, todo a través del fondo comunitario de artes escénicas y entretenimiento”.
Eskamani concluyó diciendo: “Las artes no son un lujo. Son una necesidad. Y merecen ser protegidas y financiadas a todos los niveles del gobierno”.