“Hoy, nos reunimos en un evento muy especial para celebrar los logros de Jacob Miranda Vázquez, un niño extraordinario que ha enfrentado desafíos únicos debido a su diagnóstico de autismo e hiperactividad”, señaló Leslie González, gerente general de Food Truck World una plaza en Kissimmee dedicada a comerciantes que venden comida en guaguas.
La historia de Jacob revela la triste realidad de discriminación y falta de preparación de los docentes para tratar a los niños con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés).
Mariluz Vázquez, madre de Jacob Miranda Vázquez de sies años, comparte la angustia y frustración que marcaron el año escolar de su hijo en Loughman Oaks Elementary School en la ciudad de Davenport, condado de Polk. Dijo que su hijo fue marginado en la escuela, dejándolo solo y sin apoyo. “Jacob se hacía pipí encima porque le daba miedo ir al baño solo y la maestra no permitía que nadie lo acompañara. Estas experiencias le causaron una gran ansiedad”, dice Mariluz.
El carnaval de graduación es una actividad muy esperada por los niños. Jacob estaba emocionado, pero fue discriminado por la escuela y la maestra. Un día antes de la actividad, la maestra envió un mensaje diciendo que Jacob no podía participar por su comportamiento durante el año. “No me dieron opciones ni anticipación, solo una notificación fría y sin empatía”, explica Mariluz con tristeza.
La nota escrita en inglés dice: “Mañana es el carnaval escolar. Jacob no puede venir debido a su comportamiento. Si viene mañana, estará en la sala de espera”, maestra Jedi.
La discriminación no solo afectó a Jacob, sino también a su madre, quien ha tenido que buscar ayuda psicológica. “Terminé en el hospital dos veces por ansiedad. Yo, una mujer activa con mis negocios, me encontré debilitada emocionalmente. Llevar a Jacob a la escuela se convirtió en una fuente constante de estrés”, confiesa Mariluz quien vende comida en un food truck.
“La principal de la escuela no hizo nada al respecto. Fui a la oficina y dije que iba a llevar el caso más allá porque no es justo discriminar a un niño de seis años”, aseguró Mariluz.
Janet Arvelo de la fundación Puzzles Love Autism, trabaja para apoyar a las familias y educar a los profesionales sobre cómo tratar a los niños con autismo.
“La fundación surgió precisamente por el discrimen que están pasando los niños en las escuelas. Las maestras no están capacitadas para trabajar con ellos. A mi nieto lo dejaban en una esquina y no lo integraban. Ellos no hacían nada por trabajar con los niños cuando tienen comportamientos difíciles, entonces los marginan, que es lo que le pasó a Jacob”, dijo Arvelo.
Ante esto amigos de Mariluz y Jacob, así como la comunidad de comerciantes de Food Truck World se unieron para celebrar una graduación simbólica para el niño, pero también para decir basta a la intolerancia y la crueldad.
“Realizamos un acto de graduación simbólica para Jacob. La escuela usualmente da premiaciones por su desempeño en el año académico, y en este caso, al niño lo rezagaron por su comportamiento. Pero deben entender que están tratando con un niño con autismo y no están teniendo empatía ni los conocimientos adecuados para trabajar con nuestros niños. Por eso, hoy vamos a hacer una graduación para premiar no solo a Jacob, sino también a cualquier persona que haya sido discriminada, rezagada o haya sufrido bullying”, expresó González.
Agregó que Jacob es súper inteligente, muy despierto, muy amoroso y cariñoso con todo el mundo y “tremendo negociante vendiendo prendas”, añadió.
“Como mamá, te vas a deprimir, te vas a enojar, son muchas las mezclas de emociones que nos llevan a hacer cosas que quizás no deberíamos hacer, pero después nos damos cuenta porque estamos como una olla de presión, con la válvula cargada. La fundación ayuda con consejería. La organización trabaja con niños desde los 2 años hasta los 12 años. Después de ahí pasan a ser jóvenes, y a los 18 pasan a ser adultos. Trabajamos con los niños hasta los 12 años, que es la etapa de niños y preescolar”, dijo Arvelo.
La ceremonia de graduación simbólica se realizó con el acompañamiento de 20 niños quienes también recibieron su medalla. Mientras Jacob desfiló con su toga y birrete y fue el día más feliz para él y su madre.
“La historia de Jacob y Mariluz es un llamado a la acción para crear un sistema educativo más inclusivo y justo para todos los niños, sin importar sus capacidades o desafíos. Hoy, celebramos a Jacob, pero también la esperanza de un futuro mejor donde cada niño sea valorado y respetado”, finalizó González.
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