Donald Trump ha prometido sacar del país miles de indocumentados mientras los expertos advierten sobre los efectos negativos para la economía y la sociedad. Los inmigrantes se enfrentan a un futuro incierto.
En las tierras agrícolas del sur de Florida, miles de inmigrantes indocumentados que trabajan en el sector agrícola están experimentando un profundo miedo y ansiedad ante las políticas migratorias anunciadas por el presidente electo, Donald Trump. Durante su campaña electoral, Trump prometió una agresiva campaña de deportaciones que, de ser implementada, afectaría a cientos de miles de inmigrantes en todo el país, incluidos aquellos que, como muchos en la comunidad agrícola de Florida, llevan años contribuyendo a la economía estadounidense.
Florida, uno de los estados con mayor población migrante indocumentada, es también un centro clave para la agricultura en Estados Unidos, con aproximadamente el 44% de su superficie dedicada a este sector, según datos del gobierno estatal. En las áreas rurales de Homestead, una gran parte de la fuerza laboral migrante trabaja en los cultivos, realizando tareas que muchos estadounidenses no están dispuestos a hacer. Sin embargo, la promesa de deportaciones masivas está creando un clima de temor y desconcierto entre los trabajadores.
El Instituto de Política Migratoria de EEUU estima que alrededor de 455,000 migrantes indocumentados trabajan en Florida, con una proporción significativa en el sector agrícola, pero también en la construcción, la limpieza y el servicio de alimentos. Estos trabajadores, a menudo invisibilizados, se sienten ahora amenazados por las políticas que buscan deportarlos, y muchos temen que sus vidas, ya marcadas por la incertidumbre, se vuelvan aún más difíciles.
“Muchos de nosotros estamos pensando en irnos, ya sea a otro estado con más protección para inmigrantes o incluso a otros países”, comenta uno de los trabajadores agrícolas, quien prefirió permanecer en el anonimato por miedo a represalias. La promesa de deportación masiva del presidente electo ha dejado a muchos inmigrantes en un estado de alerta constante, algo que no solo afecta a los que trabajan en los cultivos, sino a toda la comunidad inmigrante, que siente que podría ser objetivo de las nuevas políticas.
Las políticas de Trump incluyen la eliminación de restricciones que protegen a ciertos lugares como escuelas, hospitales e iglesias de las redadas migratorias. Esta medida ha generado preocupación en las comunidades, que temen que incluso lugares considerados como refugios para los inmigrantes sean ahora objeto de inspecciones y detenciones.
A nivel económico, expertos advierten que la implementación de estas políticas podría tener consecuencias devastadoras. La agricultura, una de las industrias más importantes de Florida, depende en gran medida del trabajo de los inmigrantes indocumentados. La falta de mano de obra en el sector podría resultar en una caída en la producción de cultivos, afectando no solo a los inmigrantes, sino también a toda la cadena de suministro de alimentos en el estado y el país.
La incertidumbre que sienten los inmigrantes no se limita solo al temor de la deportación, sino también a la preocupación por su bienestar y el de sus familias. “Nosotros hacemos el trabajo que otros no quieren hacer, y no somos criminales”, afirma otra inmigrante, visiblemente angustiada por las políticas migratorias de la administración entrante. “Solo queremos trabajar y vivir en paz, pero ahora tenemos miedo de que todo eso se acabe”.
Mientras tanto, la transición de poder en Washington continúa, y las comunidades inmigrantes de Florida se mantienen vigilantes, con la esperanza de que las políticas migratorias no resulten tan duras como se prometió durante la campaña electoral. Sin embargo, el futuro sigue siendo incierto, y los inmigrantes siguen viviendo en la sombra, temerosos de un futuro que parece cada vez más lejano y lleno de obstáculos.