Con 24 años de experiencia médica, Victoria Contreras compartió su conmovedora narrativa desde sus días de estudiante hasta graduarse en medicina interna y cardiología y su llegada a Estados Unidos donde trata de salir adelante reconstruyéndose desde cero y registrando sus patentes para el avance científico.
A su llegada a este país, Contreras comenzó a trabajar limpiando cuartos de hotel, ahora mismo trabaja en una empresa de renta de carros y es distribuidora de nuestro periódico. Eso demuestra lo difícil que es llegar a este país. Se tiene que trabajar en lo que sea para poder salir adelante, aunque tengas un título universitario.
Su relato con La Prensa comenzó con un capítulo doloroso: un matrimonio temprano marcado por la leucemia de su esposo, Julio. La decisión de casarse se tomó con el anhelo de formar una familia, pero la pérdida de gemelos en las primeras semanas de embarazo dejó cicatrices emocionales profundas. Y peor aún el diagnóstico médico dejó más dudas que respuestas.
Al abordar el doloroso tema del aborto espontáneo y diversas patologías perinatales, Contreras no solo compartió su experiencia personal, sino que también destacó la importancia de comprender las razones detrás de cada pérdida. Así que después de la muerte de Julio, se sumergió en sus estudios de medicina, encontrando consuelo en el trabajo y la dedicación a su carrera. Con determinación, se trasladó a un hospital donde aprendió valiosas lecciones en la atención médica rural.
Un acontecimiento particularmente impactante durante su tiempo en el hospital. La atención a una mujer embarazada en medio de una pelea entre el esposo y el hermano de éste tuvo la pérdida del bebé que se achacó a ese incidente. Este episodio la llevó a una experiencia singular, la historia de “Dianita”, un feto que nació sin vida pero que dejó una huella imborrable en la médico venezolana.
El feto fue donado por su madre para la investigación médica y se convirtió en un punto de reflexión y motivación para la doctora Contreras. Una serie de eventos llevan a la creación de su propia solución conservante. Con una mezcla de ingenio y determinación, la doctora se embarcó en la tarea de conservar a su pequeña “Diana”: un frasco de mayonesa vacío y otros líquidos de farmacia se convierten en herramientas invaluables para un proceso delicado.
Pasaron los años y ya graduada, un viaje de la doctora la lleva a presentar su investigación en el Congreso Caribeño de Ultrasonido Médico, donde comparte no solo su hallazgo científico, sino también la historia de “Diana”, el feto.
Descubrimientos médicos impactantes
En ese congreso un experto en perinatología brinda un diagnóstico preciso de la muerte del feto, “no hay aborto espontáneo siempre hay un porqué”, dijo el científico.
Eso le dio muchas respuestas a la doctora Contreras: “Yo siempre me pregunté por qué yo perdí a mis gemelos y nunca obtuve respuesta. Al menos la madre de Dianita lo debe saber”, entonces ese informe forense reveló que la muerte del feto no fue causada por un golpe resultado de la pelea entre hermanos, como se creía, sino por un infarto del mesenterio, una patología donde los vasos que alimentan el intestino estaban ahorcados. Este descubrimiento lleva a Contreras a sumergirse en la tanatología fetal, una nueva rama de la medicina que destaca la importancia de las autopsias en bebés, a menudo ignoradas por las madres afligidas.
El descubrimiento lleva a Contreras al hospital de Valencia, donde comparte el informe forense con la familia de Dianita. La verdad sobre la causa de la muerte rompe barreras familiares y facilita la reconciliación entre hermanos, que se vuelven a hablar tras años de silencio.
Así que el hospital le confía más fetos para conservar, y se convierte en la guardiana de estas pequeñas vidas suspendidas en el tiempo. Además, en la convención de médicos Contreras ingresó a un prestigioso concurso que reunió a las mejores universidades de maternidades de Venezuela, algunas con una tradición centenaria.
Su singular motivación, inspirada en su experiencia personal, la llevó a abordar temas sensibles y poco explorados en la perinatología. Contreras se destacó ganando tres premios en el concurso, incluyendo categorías de nuevas tecnologías. Sin embargo, su lucha por obtener las patentes de sus invenciones en Venezuela la enfrentó a complejidades legales y las políticas de un gobierno totalitario. Así que hace cinco años, toma la decisión valiente de mudarse a los Estados Unidos en busca de oportunidades y reconocimiento.
El asilo y la continuación del legado
En Venezuela, Victoria era reconocida como cardióloga médica internista. Sin embargo, al mudarse a Orlando, se encontró trabajando como recamarera para subsistir. La realidad de empezar de nuevo no la detuvo; más bien, la impulsó a buscar oportunidades.
En medio de su búsqueda de estabilidad, un encuentro con un supuesto abogado venezolano le dio la esperanza de obtener el preciado asilo político. Al principio el abogado aseguró que eso era muy difícil de obtener. Ella respondió: “y una visa de talento. Tengo unas investigaciones que busco patentar”. Al oír eso, el supuesto abogado abrió los ojos con codicia, según cuenta Contreras.
Por carecer de recursos financieros fue víctima fácil de ese supuesto abogado que en realidad resultó ser un paralegal. Él, prácticamente se apoderó de las patentes de Contreras, eso la ha llevado a una complicada demanda por tratar de recuperar los derechos de sus patentes.
Actualmente, la batalla legal en la que se encuentra la empujan a luchar por sus patentes y desafían su capacidad para continuar con su investigación y contribuir al avance médico. Tiene dos patentes registradas que están siendo vendidas en acciones por el paralegal, así que tiene paradas 33 innovaciones médicas en los EE. UU., listas para patentar.
La publicación del libro “La Historia de Dianita”
Publicó su primer libro en Amazon con ediciones en español e inglés titulado “La Historia de Dianita”.
En las páginas de su libro, la doctora Contreras teje una narrativa cautivadora, una historia de triunfo y alegría que despierta emociones profundas. A través de esta impactante historia, la autora nos sumerge en un viaje que explora los sueños, el drama y, sobre todo, la historia de ese “fetito” audazmente conservado. También proyecta publicar un segundo libro, “Fantomas Humano”, donde destaca su trabajo en simuladores biológicos para cirugía robótica, demostrando que la innovación puede surgir incluso en medio de desafíos personales como guerras y catástrofes.
“En segundo libro escribo sobre lo que yo hago que sean simuladores biológicos que sirven para que los médicos operen por cirugía robótica. Yo conservo el cadáver completo como que si estuviera vivo. Por ejemplo, un soldado en Afganistán necesita una cirugía, pero el médico le echaron un tiro y murió entonces alguien de acá pone un robot y desde Estados Unidos está operando”, relató la doctora Contreras.
Ella aspira a crear un museo anatómico de la imagen, donde la simulación se convierta en una herramienta eficaz para el aprendizaje médico. Su visión va más allá de la investigación; busca impactar la forma en que los profesionales médicos se entrenen y aprendan.
Durante estos cinco años en EE. UU., Contreras también se encontró con personas caritativas. Su vida dio otro giro cuando se unió a un programa de “internship” (pasantía) en la Iglesia Episcopal Jesús de Nazaret, liderada por el padre José Rodríguez, donde médicos venezolanos eran buscados para participar. Allí la doctora Contreras se destacó por sus habilidades y descubrimientos médicos.
“Victoria Contreras es el ejemplo del inmigrante trabajador. Vino para contribuir. A pesar de los desafíos que ha enfrentado en la vida, continúa levantándose, avanzando y superando obstáculos. Para mí, ha sido una inspiración. Es una mujer sumamente inteligente, con un corazón tan grande como su intelecto”, expresó Rodríguez.
“Lamentablemente, algunos sin escrúpulos se aprovecharon de ella, convirtiéndose en bandidos y robándole algo muy preciado: su propia identidad y pensamientos. A pesar de ello, ella se levanta y está construyendo un futuro hermoso para ella y sus seres queridos. Solo quiero decir que, ella es una persona valiente y resiliente. Va a lograr mucho, y su historia es un recordatorio de que siempre se puede avanzar incluso desde cero”, dijo el también conocido como Padre José.
Y es que Contreras no tiene más familiares que sus padres, quienes recientemente llegaron para vivir con ella.
Finalmente, Contreras nos brinda una revelación sorprendente: Diana, ahora con 38 años, permanece sumergida en la solución creada por la doctora. Ese feto se conserva “rosadito como ayer”. Un testimonio de tenacidad y curiosidad de una científica que desafió los límites para preservar el recuerdo de “Dianita”.
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