Miles de personas se congregaron este sábado en el centro de Orlando para participar en el evento “No Kings Day”, una masiva protesta en rechazo a las políticas del presidente Donald Trump, especialmente aquellas relacionadas con inmigración y los acuerdos locales de colaboración para deportar inmigrantes.
“Mis papás son de Honduras, pero hoy estoy aquí apoyando a todo el mundo que merece estar en este país”, dijo Yadira Izaguirre, una joven de 20 años nacida en Estados Unidos y que viajó desde Haines City hasta Orlando para participar en la manifestación. “Muchos no pueden salir a protestar porque tienen miedo de que la migra los detenga, y eso no debería pasar en Estados Unidos. Tenemos derecho a estar afuera, a alzar la voz y a pelear por nuestros derechos. No deberíamos vivir con miedo de salir a trabajar o simplemente de salir de casa”.

“¡Gracias por presentarse hoy!”, exclamó Anna Eskamani organizadora de la protesta y una de los oradores ante una multitud eufórica, que respondió con vítores y aplausos. La jornada inició con una concentración frente al Ayuntamiento de Orlando, donde los manifestantes expresaron su descontento con la agenda del mandatario, incluyendo su postura sobre temas migratorios, económicos y los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Se estima que en Orlando participaron más de 10,000 personas durante la protesta que se desarrolló sin incidentes. Los manifestantes se concentraron frente a la alcaldía de Orlando. Durante la marcha, los asistentes ocuparon brevemente las calles Orange y South, lo que llevó a la policía de Orlando a colaborar con los organizadores para encauzar a los manifestantes por las aceras y garantizar la seguridad del evento.
Tonya Vázquez, residente y trabajadora sindicalizada en Orlando, se mostró sorprendida por la alta participación ciudadana. “Sabía que tendríamos una gran convocatoria, pero nunca imaginé esto”, dijo y subrayó que la protesta se centró especialmente en los efectos de las políticas migratorias de Trump y lo que perciben como un creciente autoritarismo en el país.
El recorrido continuó por la avenida Orange, dio vuelta en la calle Washington y regresó al Ayuntamiento, en una manifestación que se desarrolló de forma mayormente pacífica, aunque con un mensaje contundente.
“Las personas están entusiasmadas por unirse en defensa de lo que consideran justo”, declaró una de las participantes. “Queremos una democracia real en este país, queremos que se respete nuestra Constitución y que se escuchen nuestras voces”.
El “No Kings Day” en Orlando se suma a una serie de protestas similares en todo el país, que buscan enviar un mensaje claro al presidente Trump de que no hay lugar para el autoritarismo en los Estados Unidos.
Eso fue en la tarde. Por la mañana miles se ubicaron en las cuatro esquinas de la transitada avenida Semoran Blvd., y Howell Branch Road en la ciudad de Winter Park, donde los manifestantes enfatizaron su preocupación por el estado de la democracia, que consideran en peligro ante los intentos de Trump de ampliar el poder ejecutivo.
“Hoy moriría si fuera necesario para defender la Constitución, no al presidente,” declaró Anthony Suárez, abogado y veterano del Ejército de los Estados Unidos. “La Constitución no establece un rey ni un dictador. Es muy clara sobre la separación de poderes, y lo que estamos viendo hoy es una violación grave de esa Constitución que todos los veteranos juramos defender”.
Suárez recalcó que el tema va más allá de las políticas migratorias o cualquier asunto puntual: “La cuestión más importante aquí es que la Constitución creó un equilibrio de poderes. Cuando ese balance se rompe, lo que está en juego es nuestra democracia. Y mucha gente, incluso quienes apoyan ciertas medidas del presidente, no entienden que esto no se trata de estar a favor o en contra de la inmigración. Se trata del proceso, del respeto al sistema que garantiza que vivamos en una democracia”.
Las manifestaciones, según los organizadores, fueron una respuesta al “autoritarismo, la política al servicio de los multimillonarios y la militarización de nuestra democracia”.
En Nueva York, más de 50,000 personas se sumaron a la jornada, y en Los Ángeles, unas 20,000, según autoridades locales. Las protestas coincidieron con un desfile militar en Washington, D.C., en conmemoración del 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos, que también marcó el cumpleaños 79 del presidente Donald Trump.
Aunque en su mayoría fueron marchas pacíficas y con permisos municipales, se desarrollaron en un ambiente tenso tras una semana de protestas contra las políticas migratorias en Los Ángeles. Estas llevaron al presidente a tomar la inusual decisión de federalizar a la Guardia Nacional y desplegar infantes de marina. Desde entonces, han surgido manifestaciones similares en otras partes del país.
“La historia de Estados Unidos nos recuerda que el pueblo es gobernado no por un rey, no por un tirano, no por la nobleza, sino por el propio pueblo”, dijo Raquel Peñaloza, docente de la Federación Americana de Maestros, durante una manifestación.
Muchos manifestantes criticaron el desfile militar en Washington, calificándolo como un despilfarro. El evento, que incluyó tanques Abrams de 70 toneladas y un despliegue masivo de soldados, tuvo un costo estimado de $45 millones. Otros expresaron que el desfile parecía una amenaza directa.
“Para mí es absurdo. Se están gastando millones de dólares en una actividad innecesaria mientras se recortan presupuestos esenciales para los más pobres —medicinas, cupones de alimentos, asistencia básica. Este país no tiene una tradición de desfiles militares como lo hacen los regímenes dictatoriales. No necesitamos eso para honrar a nuestras fuerzas armadas. Es un gasto fuera de lugar, especialmente cuando ni siquiera tenemos aprobado un presupuesto federal”, agregó el abogado Suárez.
El veterano Juan Cortés, quien sirvió 32 años en la Marina, dijo sentirse “muy enojado”.
“Esto me recuerda a los desfiles en Corea del Norte o Rusia. Incluso Eisenhower dijo que no deberíamos hacer esto después de la Segunda Guerra Mundial. La ley está por encima de cualquier individuo. Este desfile sienta un mal precedente”.
“Trump lo hace para inflar su ego y, de paso, intimidarnos, como si dijera: ‘no hablen, no protesten’”, dijo Lucía Santa Esteban, también trabajadora social en Kissimmee.
Muchos de los manifestantes asistieron en solidaridad con quienes enfrentan la actual ofensiva migratoria.
María Rodríguez, una “Dreamer”, explicó: “Amo todo lo que representa Estados Unidos, pero lo que ocurre hoy no representa a este país”. María llegó cuando tenía cinco años. “Soy americana”, sentenció.
Dijo que se sintió inspirada a asistir tras ver el arresto del líder sindical David Huerta en Los Ángeles durante una protesta contra redadas de ICE.
Victoria Garcia, una estudiante universitaria, dijo que su motivación era personal.
“Mis padres son inmigrantes. Todo esto me afecta directamente. Puede pasarle a mi familia, a tu vecino. Ojalá más gente mostrara compasión”.
Rigoberto Ortega dijo que asistió para “apoyar a quienes no tienen voz, a los que no pueden votar, a los que están siendo deportados dejando a sus hijos solos en casa”. “La manera en que Trump hace las redadas de ICE no es justa. Estamos aquí por los que no pueden estar por miedo”, dijo.
También se alzaron voces por los sectores más marginados. Juan Rodríguez Colón expresó su frustración por los recortes propuestos a servicios sociales y a Medicaid. “Estoy harto de que Trump destruya el Medicaid y todos los servicios que ayudan a las personas marginadas y con discapacidad, como yo”, concluyó.