Mientras la empresa busca la aprobación del condado, la comunidad exige garantías sobre seguridad, olores y el impacto en la zona
Tras meses de audiencias públicas y extensas explicaciones sobre el funcionamiento de una controvertida planta de reciclaje de agua, el escepticismo persiste. Residentes y comerciantes de la zona rechazan rotundamente el proyecto, preocupados por los posibles impactos en la calidad de vida y el entorno comercial.
El proyecto, propuesto cerca del cruce entre South Orange Blossom Trail y Central Florida Parkway, busca establecer una instalación de residuos sépticos. Esa área del condado permite usos industriales intensos. Sin embargo, para obtener la autorización, la empresa necesita un permiso especial, lo que requiere la revisión de la Junta de Zonificación y un dictamen consultivo.
La decisión final sobre la apertura de la planta recaerá en la Junta de Comisionados del Condado de Orange, que votará el próximo 25 de febrero. Hasta entonces, el debate sigue encendido entre quienes buscan proteger su comunidad y quienes defienden la innovación tecnológica y los beneficios económicos que podría traer la planta.
“Mi expectativa es que obtengamos un voto positivo. Espero que los comisionados puedan ver el valor de este gran proyecto”, afirmó Ryan Wurgler, dueño de la compañía Water ReclamationManagement (WRM) quien busca que se apruebe el proyecto.
Según explicó, la planta propuesta será la única completamente cerrada en toda el área de Florida Central. “Queremos asegurarnos de que la comunidad tenga toda la información, y por eso realizamos estas reuniones. Creemos que, si las personas comprenden el valor del proyecto, votarán a favor”, señaló.
En cuanto a las preocupaciones sobre salud y seguridad, el empresario subrayó que los productos utilizados en el proceso no son tóxicos. “Usamos dos productos: un floculante y un agente balanceador de pH, que se pueden comprar en Walmart, Publix o cualquier tienda grande. Son seguros para humanos, mascotas y el medio ambiente”, explicó.
Y es que a principios de esta semana se llevó a cabo la última reunión pública antes de la votación definitiva. En la escuela intermedia Freedom, decenas de vecinos reiteraron su preocupación y rechazo por los posibles efectos negativos en la salud, el medio ambiente y al valor de las propiedades cercanas.
“Ellos tienen la zonificación correcta, pero están demasiado cerca de negocios comerciales. Mi propiedad, por ejemplo, está a sólo 50 pies de distancia. Somos prácticamente vecinos, propiedad con propiedad. Además, muchos de mis locales están ocupados por inquilinos, quienes también podrían verse afectados”, dijo Jorge Pérez, empresario y dueño de varios locales en el área afectada.
A pesar de su postura a favor del desarrollo en el condado, Pérez considera que la ubicación no es adecuada. “He estado en Orlando desde 1997, he pasado por este proceso cientos de veces y sé cómo funciona. El código de excepción especial dice claramente que los tipos de negocios alrededor deberían ser similares, y aquí no lo son. Tenemos almacenes, restaurantes, escuelas y concesionarios. Esto genera un conflicto con lo que intentan hacer con la planta recicladora”, concluyó.
Ante las críticas, el dueño de la planta asegura que la instalación será completamente segura y no generará daños a la comunidad. “Contaremos con tecnología avanzada, como filtros de carbono y purificadores de aire que superan a los que hemos instalado en otras ciudades, como Dallas, Texas, donde no hemos recibido ni una sola queja en siete años por olores”, afirmó el empresario.
Sin embargo, los asistentes al encuentro mostraron escepticismo. “¿Qué va a pasar si hay algún escape químico o un olor insoportable? ¿Quién será responsable de nuestra salud y la de nuestros hijos?”, cuestionó una residente. Otra vecina enfatizó que un kínder y varias pequeñas empresas se encuentran a menos de una milla de la ubicación propuesta de la planta.
Respecto al posible olor, indicó que se genera por la descomposición de grasas, aceites y restos de alimentos. Sin embargo, enfatizó que el manejo es eficiente y seguro. “Procesamos todo el mismo día que llega, y como el 90% es agua, el 9% partículas de alimentos y solo el 1% restos sólidos, el riesgo de que algo negativo ocurra es prácticamente inexistente”, concluyó.
Varios representantes del condado señalaron que ciertos factores son difíciles de medir debido a su naturaleza intangible. “Esto se utiliza como un criterio general en la evaluación de la solicitud, basándonos en la compatibilidad con el área circundante. Nuestra recomendación de excepción especial refleja eso, pero no entra en detalles específicos”, explicó un portavoz.
Durante la reunión, la planificadora principal de la Junta de Ajustes de Zonificación explicó los límites del análisis técnico en torno a la apertura de la planta. “Entiendo su pregunta, pero como personal, nuestra función es revisar la solicitud conforme a los seis criterios establecidos en el código”, señaló.
Sin embargo, reconoció una limitación crucial: “No podemos medir ni anticipar posibles daños, ni tampoco los beneficios que esto podría traer a la comunidad. Eso es algo que, sinceramente, solo un adivino podría prever”.
Joussette Calvo, vecina del lugar, expresó su frustración ante la falta de garantías por parte de los representantes de la planta de tratamiento de aguas residuales durante las reuniones comunitarias. “Pregunté qué pasaría en el futuro si surgieran enfermedades como cáncer. No supieron responder. Si ellos mismos no pueden garantizarnos que no habrá afectaciones, ¿cómo esperan que confiemos en su proyecto?”, comentó indignada.
Durante las reuniones, según Calvo, los representantes del proyecto recurrieron constantemente a diferentes departamentos para responder preguntas, pero ninguno logró ofrecer explicaciones concretas. “Llamaron al Departamento de Salud, luego a otras personas, pero nadie pudo sustentar nada. No han medido el aire, el olor, nada. Ellos no viven aquí, no saben lo que enfrentamos”, concluyó la vecina, haciendo un llamado a las autoridades para que escuchen las preocupaciones de la comunidad antes de tomar una decisión final.
“Me preocupa bastante que pongan esta planta. Si la ponen vamos a tener que cerrar el negocio porque quién va a comer en un lugar donde hay malos olores”, manifestó Eladia González, propietaria de un restaurante ubicado a 500 pies de la planta.
“Ellos no tienen ningún equipo que pueda medir o controlar ese olor. No pueden aprobar algo sin contar con las herramientas para garantizarnos que no habrá impacto negativo en nuestros negocios”, explicó el empresario dominicano Nelson Cabrera también señaló que la situación ahora está en manos de los comisionados: “La comunidad presentó muchas pruebas, pero no sabemos qué decisión tomarán. Esta compañía ya se ha reunido con todos los comisionados y les ha mostrado solo el lado bonito de la historia, pero ¿dónde está la realidad?”.
Con el tiempo agotándose el portavoz dejó en claro que la recomendación actual de la Junta de Ajustes de Zonificación del condado es la aprobación del proyecto, generando más inconformidad entre los vecinos presentes. “Nos estamos acercando a la fecha límite y parece que la Comisión del Condado (BCC) está conforme con el proceso”, concluyó Taylor Jones, jefe de Planeación de la División de Zonificación, quien espera la aprobación por parte de los comisionados el 25 de febrero.